
Muchos asocian al Valle de Arán como lugar exclusivo para los deportes. De hecho, una gran cantidad de ellos pueden practicarse allí durante todo el año. Por esta época se imponen los deportes invernales, especialmente el esquí en todas sus variantes.
Sin embargo, el Valle de Arán también resulta un lugar ideal para los enamorados, en cualquiera de sus fases o edades. En el verano, los prados tapizados de vivos colores son un motivo vital y estimulante. En el invierno, cuando las montañas parecen vestirse del más puro níveo, el calor de las estufas caseras invita al romance. Por ello, miles de amantes escogen vacacionar en este lugar cada año. Como promedio, 15 de cada 100 huéspedes que pasan por los más de 60 hoteles del Valle de Arán destacan explícitamente que disfrutaron la estancia románticamente, a pesar de que muchos desconocen la leyenda de los amantes de Bausen.
Bausen es uno de los últimos pueblitos catalanes de los Pirineos. Se ubica junto al río Garona, muy cerca de la frontera con Francia, en el bajo Arán. Allí vivieron una joven y un chaval que se enamoraron profundamente. Su amor no se permitió misterios, pues la natural cercanía y afecto mutuo se hacían notar por todos desde que eran un par de chiquillos; de hecho eran parientes muy lejanos.
No obstante, los jóvenes insistieron en su amor por sobre todas las cosas, así que se mudaron juntos y fundaron familia. Desgraciadamente, la chica murió de sólo 33 años. El mismo párroco, todavía oficiante, se negó a celebrarle cristiana sepultura.
Pero cuenta la leyenda que todos los habitantes de Bausen cavaron una fosa bajo un árbol y sepultaron a la eterna enamorada dignamente, cubriendo su tumba de flores del valle. Hasta hoy, pasados casi cien años, los amantes que visitan Bausen no olvidan poner flores en la afamada tumba.
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