martes, 7 de diciembre de 2010

Aprender a esquiar: física, escuela y algo de miedo


Aprender a esquiar es someterse voluntariamente al reinado de las fuerzas físicas. Aún siendo la gravedad la fuente de la energía cinética en los descensos, no constituye el único vector activo que influye en el desempeño de este deporte de invierno.



Por ejemplo, el aprendiz deberá entender que cada impulso, corte, giro e incluso caída son fuentes de inercia. En lenguaje parabólico, la inercia es la tendencia de todos los cuerpos en movimiento a mantener dicho movimiento a toda costa, incluyendo su velocidad y dirección.



Pero en las pistas los desplazamientos rectilíneos no suelen durar mucho, por lo que la lidia con la inercia es una constante. La mejor manera de aprovecharnos de ella es balanceando nuestros movimientos. Por eso el zigzagueo suele ser la forma de locomoción de este deporte y para aprender a esquiar es imprescindible saber cómo hacerlo.



Los esquiadores de alguna experiencia utilizan con mucho éxito la inercia durante los virajes. Sin impulso sería casi imposible realizarlos, pero a cierta velocidad se pueden ejecutar fácilmente, gracias a la inercia. Igualmente, un movimiento brusco o descontrolado suele terminar en caída por la misma causa.



Para aprender a esquiar es un buen momento en la estación de esquí de Baqueira. Allí encontrará verdaderos maestros en escuelas de esquí con planes más o menos intensos, así como instructores en las pistas cuyos consejos deberá seguir a pie juntillas.



En cuanto al alojamiento, más de 30 hoteles alrededor de la estación de Baqueira están listos para recibir a sus huéspedes. Otro tanto en el resto del Valle de Arán.



Aprender a esquiar es asimilar un arte. Un arte resbaladizo en el que se involucran inevitablemente todas las fuerzas mentales, sicológicas y físicas. De nuestra capacidad para imbricarlas adecuadamente dependerá no sólo el éxito de un buen descenso y la belleza del estilo, sino incluso nuestra salud. Mientras tanto, mucha previsión y hasta algo de miedo no vienen nada mal.

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