Si bien conducir en cualquiera de nuestras autopistas pudiera parecerle a algunos un acto suicida, cuando la carretera comienza a trepar y los giros a cerrarse entre una peña y un precipicio, pues nos viene un nudo a la garganta. Y si ha estado nevando, ni hablar. No es para menos. Manejar en esas condiciones requiere destrezas y mucha atención permanente. De ahí el porqué de los cursos de conducción en el Valle de Arán.
Para empezar, todo dependerá del tipo de auto que llevemos. Un coche con tracción integral facilitará las cosas, aunque cuidado con un centro de gravedad muy alto. Los SUV de gama media en adelante tienden a ser pesados, desplazando mayor masa inercial y requiriendo de un frenado muy suave y de cortes cuidadosos en curvas y pendientes heladas.
Las condiciones externas dependen de las variables climáticas. Por debajo de los 3 grados centígrados y bajo lluvia surge el problema de las placas heladas. Si además es de noche, la situación requiere aún más atención. El viento y la niebla pudieran empeorar las cosas todavía más.
Quizá parezca exagerado tomar un curso de conducción en el Valle de Arán para reaprender a manejar en condiciones especiales, pero no lo es. La inexperiencia de conducir en las situaciones descritas, así como el desconocimiento de las medidas mínimas a tomar previamente, entre otros, han sido fuente de dolorosos accidentes.
En el Valle de Arán encontrará estos espectaculares entrenamientos, dirigidos a todo tipo de niveles y tipos de conductores. Como cualquier entrenamiento de conducción, tienen una parte teórica inicial, en la que se imparten conocimientos básicos que, toda vez comprobados, permiten acceder a la parte práctica del curso.
Algunas de las técnicas que se imparten son la conducción en pendientes, curvas cerradas o nieve, todo ello en circuitos debidamente provistos de la infraestructura necesaria para aplicaciones prácticas como el contravolanteo eficaz o el frenado sobre carretera firme deslizante, entre otras variantes.
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