Llega la temporada de esquí, tan esperada por muchos en España y en el mundo entero. Baqueira Beret, con todo su arsenal natural, hotelero y humano, se dispone a recibir a los amantes del esquí, el snowboard, los trineos y cuanto deporte sobre el hielo pueda imaginarse. Porque hasta dejarse caer sobre un buen montón de nieve suelta, bien vale la pena.
Pero el esquí tiene sus normas. Para los neófitos son desconocidas, mas algunos habituales también las olvidan. Según la Federación Internacional de Esquí, la filosofía básica en una pista consiste en no poner en peligro o dañar ni a otras personas ni a uno mismo. Parece sencillo y perogrúllico, pero puede traducirse en siete normas básicas del esquí.
Uno: Antes de comenzar el descenso y durante el mismo, prever la ruta a seguir de forma que no interfiera con los esquiadores a la vista.
Dos: El esquiador habrá de condicionar la velocidad y forma de esquiar a sus habilidades personales y las condiciones de la pista, incluyendo el tráfico en la misma.
Tres: La presencia de balizas y otras señales debe respetarse cabalmente, pues reflejan las peculiaridades topográficas del terreno, entre otras características.
Cuatro: El esquiador evitará detenerse en lugares de escasa visibilidad para el que viene detrás, evitando así encontronazos de imprevisibles consecuencias.
Cinco: Cualquier maniobra que realice el esquiador, ya sea de entrada, salida, giro, parada o subida a pie, sólo debe ejecutarse después de haberse cerciorado de que no interferirá a otros esquiadores.
Seis: los adelantamientos, cuando el terreno los permita, no se realizarán sin dejar margen suficiente para maniobras imprevistas del esquiador adelantado.
Siete: en caso de accidente, cada esquiador testigo del mismo está en la obligación de prestar socorro, así como de intercambiar identificación con el resto de los testigos, si los hubiera.
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