domingo, 31 de octubre de 2010

El Valle de Arán a vuelo de pájaro

Y es que el Valle de Arán, a pesar de su cercanía física con el Mar Mediterráneo –a menos de 200 Km. del litoral catalán-, mira de lleno hacia la Europa continental, recibiendo de esta toda la influencia de sus abundantes precipitaciones veraniegas y temperaturas invernales más frías.



Apenas un parteaguas separa nuestro Valle de los soleados y áridos paisajes que caen hacia la vertiente meridional de los Pirineos, pero resulta suficiente como para que sus verdes pastos y erguidas formaciones boscosas sustituyan casi de golpe a los arbustos espinosos y olivares del sur.



Un patrón templado húmedo, unido al especial ambiente que crea una altitud promedio de más de 2000 metros sobre el nivel del mar, permite que la paleta de esmeraldas que ilumina el paisaje estival acumule gruesos prismas de una excelente nieve en los meses de invierno.



Dicha fluctuación permite la alternancia del turismo a lo largo del año. Desde asentamientos como Vielha –cabecera de comarca- o Baqueira Beret, entre muchos otros, puede disfrutarse lo mismo una excursión pedestre por las tierras del gigante Mandronius, que una buena zambullida en snowboard por pistas de nieve debidamente protegidas.



La entrada por tierra al Valle de Arán la conducen dos carreteras principales. La N-230, procedente de Francia, trepa bordeando el descendente río Garona, mientras la C-28 procede del territorio catalán. Ambas confluyen en Vielha, la capital comarcal y centro neurálgico de la actividad turística en el Valle.



Vielha, donde sus más de 3000 habitantes todavía hablan el dialecto aranés, es al mismo tiempo centro internacional de alpinismo los doce meses del año. Repleta de tiendas, restaurantes cosmopolitas y alojamientos diversos, disfruta un incesante movimiento de entusiastas turistas, jóvenes por lo general. Por otro lado, su patrimonio histórico es impresionante, desde la iglesia de San Miguel -con su personalísima torre de capitel pizarroso-, hasta las sólidas y no menos bellas casonas familiares al margen del ya gozoso Garona que salpica sus pilares.

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